


Después de unas cuanta

Tunda tunda tunda tunda, toing toing. Tunda tunda tuing tu


Ahí estamos dándole al chunda chunda (musicalmente, entiéndase), cuando una


Cuando el grupo que abandonó el local llega al paraíso del descanso, encabezados por Isabel A., empezaron a cantar: donde están las llaves, matarile, rile, rile... en el bolso de Clau matarile rile ro. Chimpón. Mientras Isabel A. esperaba la llegada de Claudio, se de

Mientras en Ibiza, el cansancio iba haciendo mella, pero una v

Nos echaban del local, pero Marta G. quería continuar, le quedaba energía. Intentó convencer al personal, pero sin mucho éxito.
En la barra le dijeron que había un local en el que celebraban la fiesta de la Luna Llena, pero no podíamos ni con el alma. Decidimos ir a casita. En el coche Xavi intentaba convencernos para ir al local de la Luna Llena. Nadie aprobó la moción, ni Isabel G., ni Uxue, ni Lidia, ni yo misma. Insistió e insistió e insistió hasta el infinito, hizo pucheros y como el chiste del cura… date por jodía. Al final accedimos con una sola condición: cinco minutos, verlo y salir, cinco minutos de reloj. Así fue.
Muy chulas las butacas de la entrada y la pareja jincando en el sofá de la playa, la música tunda tunda y de Darek o cualquier espécimen parecido… ni rastro. ¿Ande lo encontraría la Obregón? Lo único decente de mirar, por el espectáculo que daba, era una persona humana en chándal y pantalones cortes que más que bailar parecía que tenía convulsiones. ¿Ande habría salío? ¿Cómo le habían dejado pasar los gorilas de la entrada? Misterios de la vida.
Tras los cinco minutos de rigor y la foto en los sofás gigantes de la entrada, regresamos al paraíso donde los habitantes del lugar habían descansado por fin, desde la llegada del misterioso grupo de numerosas mujeres y tres varones.
En el próximo capítulo: Cómo un senegalés confunde a Roso con una comeperros